lunes, 22 de febrero de 2016

¡APOYEMOS LA LUCHA FRENTE AL CANCER!, por Rhodéa Blasón

Los seres humanos no tenemos otra forma de reivindicar cierto socorro más que haciéndolo visible por medio de dedicarle una jornada de unidad social. Se hace con multitud de dolencias reiteradamente y con las que la inmensa mayoría de la población está intensamente involucrada, por unas razones u otras, y colabora de forma altruista, con su tiempo y su dinero. Pero parece que en algunas enfermedades no se da avanzado con suficiente celeridad y, después de muchísimos años, no se encuentra sanación efectiva. Todos sabemos que el día quince de febrero se desarrolla la fecha de la lucha contra el cáncer infantil, al igual que durante los trescientos sesenta y cinco días del año hay fechas dedicadas a otros tipos de padecimientos cancerígenos. Estoy muy de acuerdo con concienciar a la sociedad para que colabore, cada uno con y como pueda, para tratar de encontrar un remedio que evite esta lacra. ¡Toda ayuda es poca!. La humanidad, por completo, está mentalizada y apoya las múltiples campañas de sustentación frente a la lucha para vencer el cáncer.
Hasta aquí podemos estar todos de acuerdo. Pero yo, que por desgracia he visto morir a tantos familiares míos de cáncer, me pregunto. ¿Qué pasa con la investigación en busca de soluciones acertadas? En este país tenemos unos investigadores inteligentes, dispuestos a trabajar duramente frente a este mal, concienciados de que tiene que existir cura y que trabajan con ilusión y afán, pero es muy triste decir que esos mismos científicos, jóvenes con ganas de contender y mayores con gran sabiduría y experiencia, ven como se les cierran las “puertas” para poder realizar su trabajo con dignidad y éxito: se les arrebatan las líneas principales de investigación por “falta de presupuesto económico”, no tienen mecanismos ni recursos en los laboratorios “porque actualizarlos supone un gran dineral” (parece que es mejor que permanezcan obsoletos), …Y, al final, nuestros excelentes estudiosos contra el cáncer ven todas sus ilusiones, puestas en encontrar remedios, malogradas y deben emigrar al extranjero en busca de nuevas expectativas laborales.
Supongo que como ha sido demostrado en determinadas afecciones existen infinidad de males en los que hay intereses creados para que no se encuentre remedio alguno, ya que existen empresas que ganan más con enfermedades cronificadas que con las extinguidas, políticos que no piensan en mantener laboratorios actualizados o investigadores en su propia tierra, trabajando para erradicar esos padecimientos que ya no deberían existir, tal vez porque es más importante invertir en armas que en curas médicas, …Realmente es triste que en pleno siglo XXI todavía no pueda haber cura total frente al cáncer, aunque felicito a todos los especialistas y estudiosos médicos, quienes trabajan de manera silenciosa, y que ponen sus conocimientos al alcance de los enfermos dándoles cada día más expectativas y calidad de vida, a ellos y a sus familiares. Apoyemos la lucha frente al cáncer.

domingo, 21 de febrero de 2016

LOS DERECHOS SOCIALES DE LAS MUJERES, por Rhodéa Blasón


      La lucha de los derechos sociales de la mujer no se fraguó en un pequeño período de tiempo. Todo lo contrario, en nuestra historia ha habido féminas que han expuesto en numerosas ocasiones su vida durante largos años, incluso generaciones, para que en la actualidad podamos disfrutar de una supuesta equidad colectiva frente a los hombres. Y digo supuesta porque, por desgracia, la justicia comunitaria de las mujeres está sumida en una espiral de confusión y extravío de los derechos sociales femeninos que hace que las estadísticas indiquen que nuestra igualdad, que adquirimos a costa del sufrimiento y valentía de señoras que antepusieron sus contiendas personales, familiares y laborales a unas vidas pacíficas, se vea mermada de manera silente y sin quietud.
      Las mujeres le debemos el poder acudir a las urnas a depositar nuestro voto libremente a Clara Campoamor, una firme defensora de los derechos de las mujeres, quien en su carrera política consiguió que se estableciese la “no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y, lo que más le costó el sufragio universal (voto femenino)”, que hubo de ser debatido en las Cortes españolas. La votación se realizó por sufragio universal masculino, aunque a las mujeres se les reconoció el derecho al sufragio pasivo, por lo que pudieron presentarse como candidatas. Eran sólo tres: Clara Campoamor, Margarita Nelken y Victoria Kent. La primera y la última tuvieron un destacado protagonismo en los pactos anteriores y durante el debate sobre la concesión del derecho del voto a las mujeres. Consiguieron los apoyos de algunos hombres que creían que las mujeres nunca serían merecedoras de depositar en las urnas una lista de votación y lo hicieron gracias a la argumentación positiva de ambas que luchaban con tesón por sus ideales. En aquellos momentos eran muchos los machos que pensaban que las mujeres no sabían pensar ni tomar decisiones y que su terea era la de traer hijos al mundo para que perdurase su linaje.
      La vida de Clara Campoamor fue una vida difícil: huérfana de padre trabajó de costurera con su madre, hizo de recadera y dependienta en comercios, y fue telefonista. Su mente inquieta y aperturista le señaló que la mejor manera de tener trabajo fijo era presentándose a las oposiciones del Cuerpo de Correos y Telégrafos. Su inteligencia avanzada y su gran capacidad de aprendizaje le ayudaron a que sacase el número uno en los exámenes y se convirtiese así en funcionaria. Trabajaba y enseñaba a leer y a escribir a las mujeres que no habían tenido la oportunidad de mejorar socialmente como ella. Continuó sus estudios hasta hacerse abogada. Su madre, que era modista, le confeccionó un hermoso traje para que lo luciese el día de su exposición en las Cortes a favor del voto femenino. Era una mujer conciliadora y negociadora que consiguió, que a partir de entonces, las hembras tengamos unos derechos sociales que si no logramos sustentar pronto comenzaremos a perder.
      Conseguir el voto para la mujer, en la Constitución de 1931 durante la Segunda República, la extenuó intelectual y socialmente, y acabó con su carrera política en España. Al estallar la guerra civil se exilió a Lausane en donde murió ciega y víctima de un cáncer. ¿Qué pensaría hoy esta gran mujer al ser sabedora de que las damas cobramos menos por ejercer el mismo trabajo que los hombres? ¿Qué sentiría al saber que algunas empresas hacen firmar contratos a la mujer en los que se comprometen a no tener hijos, padres a su cargo o maridos enfermos a los que cuidar? No voy a seguir poniendo ejemplos, que serían demasiados, de lo que ocurre en la sociedad laboral actual. Yo he tenido la suerte de que nunca he cobrado menos que un hombre por ejercer el mismo trabajo, pero me encolerizaría notablemente que mi hija tuviera que sucumbir ante tal precaria situación laboral o que tuviese que elegir entre ejercer su derecho al trabajo y el derecho a ser madre.

      Existe una generación intermedia que piensan que los derechos nacen con ellos y que las mujeres nunca hemos vivido mejor, pero yo no estoy de acuerdo y no me gustaría que nadie vilipendiara o agraviase laboralmente a las jóvenes de mi familia. Sería un insulto a nuestra inteligencia, a nuestros derechos sociales y al arduo trabajo realizado por Clara Campoamor.

miércoles, 3 de febrero de 2016

LA MIRADA
¿Cuántas personas observamos con brillo de felicidad en su mirada? Es una atribulada realidad comprobar que cada vez son más excasas. La existencia sólo es fácil y asequible para una reducida fracción de la sociedad, pero la mayoría de los seres subsistimos con un “cofre” abrumador sobre nuestras espaldas que carga con nuestros problemas, incertidumbres, tormentos y aflicciones que nos perturban el alma. Algunos propios de la vida cotidiana, otros, más trágicos, causados por la salud, y, en la mayoría de las situaciones, creados por nosotros mismos ¡ilusos de la vida!. No sabemos vivir con sencillez y coherencia, lo que nos atormenta son pensamientos egoistas, avaros, envidiosos, mezquinos y arribistas que nos impiden presentar esos rayos luminosos de dicha y prosperidad en nuestros luceros. Para vernos colmados de fortuna y satisfacción debemos ser personas abiertas y afables, sin malos sentimientos ni pensamientos, que lo único que hacen es intrigar en nuestra mente consiguiendo muy pronto nuestra infelicidad, y, por supuesto, debemos separarnos de tantos seres taimados como conviven en este mundo.
En la calle principal de localidades pequeñas en las que todos los habitantes se conocen entre sí uno puede ver a muy pocos paseantes, los que observa llevan la cabeza gacha y su mirada fija en las piedras que pisa o con cascos en las orejas, no sé si escuchando música o la radio, pero sin dirigir sus ojos a nadie en concreto. Parece que los seres humanos nos escapamos unos a otros; no nos interesa relacionarnos para que nadie conozca nuestras miserias mundanas del día a día y no nos damos cuenta de lo importante que es apoyarnos férreamente. El ser humano es en sí mismo un ser social y la sociedad consiste en que las personas que convivimos nos relacionemos unas con otras de forma digna y ateniéndonos a las normas de la urbanidad y la buena educación. Pero , ¿qué difícil es alcanzar la interrelación entre las personas? No nos hablamos, no nos escuchamos, no nos vemos, no miramos de frente a los demás y, de esta manera, y sin brillo en los ojos, los seres humanos lo único que conseguimos es empobrecernos humana, cultural, intelectual, social y emocionalmente. Crearemos una sociedad que se paralizará por falta de sociabilización, de comunicación, de empatía,… Viviremos en un mundo al que le falten los “goznes y los pernios” necesarios para continuar nuestra necesaria evolución natural, por lo que los “engranajes” comenzarán a rodar al revés e iremos socialmente a la zaga de otras comunidades.