martes, 12 de julio de 2016

ADIOS AGUSTIN FERNANDEZ PAZ, por Rhodéa Blasón


    Hoy desayunaba con una llamada telefónica que me anunciaba la muerte de Agustín Fernández Paz (D.E.P.), gran escritor, amigo, compañero de letras y vecino de Vilalba. Fue un día entristecido para mí, porque, además, por causas personales, me dolió más recibir una noticia así. Agustín Fernández Paz era un referente importante de las letras gallegas, un Maestro de vida en la más amplia acepción que de la palabra maestro realiza el diccionario de la Real Academia Española. Enseñó a generaciones de alumnos a amar la lectura y la literatura en general, pero por encima de todo la gallega; a sus vecinos y amigos nos instruyó, sin quererlo, pero como buen enseñante que era, a conocer el valor de la palabra, a saber cómo utilizarla y a destacar que el idioma gallego debía ser conocido y hablado por los gallegos.
    Agustín, un hombre demasiado joven para morir, era dado a sentarse en una silla, sobre un lado y con las piernas cruzadas. Escuchaba incansable a quien le hablaba y argumentaba con pasión sobre cualquier tema del que se mantuviese una tertulia con él, aunque nosotros siempre acabábamos hablando de libros, nuestra gran pasión común. De carácter afable y cuerpo menudo, en su semblante siempre aparecía una amplia sonrisa cuando me reconocía. Este incansable escritor, gran conversador y reconocido con innumerables premios más que merecidos, escribía sin parar y de él aprendí concienzudamente a llenar multitud de libretas con tramas y personajes que se me van ocurriendo, para luego pulirlos para mis libros. Una de sus frases favoritas para mí era cuando me decía: “la inspiración no existe para quien no la trabaja”. El es ejemplo de un gran trabajador de las letras para todos los escritores que le conocíamos o para quienes hayan leído sus libros. Le gustaba visitar los colegios y seguir en contacto con la juventud. Mis hijos tienen todos sus libros firmados de su puño y letra y serán guardados como tesoros.

   
Gracias Agustín Fernández Paz por tantos momentos inolvidables en los que tanto aprendí de literatura hablando contigo, del amor por las cosas más insignificantes, por ser un vecino humilde y cariñoso con todos los habitantes de A Chaira, en especial de Vilalba, en donde tú naciste y yo me crié. Gracias por tus grandes obras que leerán con pasión las generaciones venideras. Y un fuerte y cariñoso abrazo para tu familia por tan grave pérdida. Ha sido todo un honor conocerte.